Se acerca un precipicio de cierres de escuelas. Los estudiantes hispanos y afroamericanos son los más propensos a sufrir las consecuencias.

Este artículo fue traducido por Anabelle Garay.

JEFFERSON PARISH, La. — El año escolar de la escuela primaria Washington concluyó a las 2:35 pm de un caluroso martes de mayo. Aun así, Malaysia Robertson, de 9 años, permaneció afuera del plantel.

Ella había pasado la mayor parte de su vida en la pequeña escuela pública de este suburbio de Nuevo Orleans, donde vive con su abuela. Su escuela no volvería a abrir sus puertas al comienzo del nuevo año escolar en septiembre. Al igual que miles de otros estudiantes del distrito escolar más grande de Luisiana, a ella se le asignó a un nuevo colegio como parte de un plan de consolidación que afecta a casi uno de cada 10 estudiantes afroamericanos como Malaysia. Esta es una cifra desproporcionada.

En ese último día de clases, ella no quería despedirse. 

“Íbamos corriendo por los pasillos llorando y todo eso”, dijo Malaysia, recordando su último día en tercer grado. El estacionamiento seguía lleno de estudiantes, familias y maestros mucho después de la 4 p.m., todos abrazándose antes de salir de la escuela por última vez.

Malaysia Robertson, de 9 años, afuera de la cerrada escuela primaria Washington en Kenner, Louisiana, el viernes 28 de julio de 2023 por la tarde. Credit: Christiana Botic para The Hechinger Report

La decisión de la junta escolar de cerrar 6 escuelas permanentemente ha estremecido a Jefferson Parish, donde la inscripción de estudiantes en escuelas públicas disminuyó casi un 10% desde el inicio de la pandemia.

Esta disminución empeoró casi una década de avances en el distrito, en la que se buscó revitalizar la inscripción escolar después del huracán Katrina. Los funcionarios del distrito han dicho que los cierres de escuelas son una respuesta necesaria a la disminución de la población estudiantil. Datos del distrito muestran que aproximadamente 1 de 3 cupos permanecieron vacantes el año escolar pasado y varios edificios albergaron a menos de la mitad de los estudiantes para los cuales fueron diseñados.

“Tenemos escuelas poco utilizadas — eso es un hecho”, explicó el vicepresidente de la junta escolar Derrick Shepherd durante una votación en abril. “Las cifras no se pueden cambiar”.

 El distrito volvió a dibujar su mapa para distribuir a los alumnos en una manera que requiere que muchos estudiantes deban viajar fuera de sus vecindarios y más lejos de casa. Los oficiales explicaron que los nuevos mapas hacen que las rutas de transporte por autobús sean más estables y que ninguno de sus maestros se quedará sin empleo. Pero la decisión ha enfurecido a los líderes comunitarios y abogados de derechos civiles, quienes dicen que los cierres no son solo dañinos para familias como la de Malasia, sino además son discriminatorios.

A pesar de que los estudiantes blancos representan casi un cuarto de los estudiantes del distrito, según los datos estatales de inscripción escolar estos solo representan al 12% de los estudiantes afectados por los cierres de escuelas. El plan que la junta escolar aprobó, el cual se diseñó teniendo en cuenta cuáles instalaciones escolares tenían más espacio sin usar y su estado, cerró dos escuelas secundarias con alto rendimiento escolar en las cuales la mayoría de los estudiantes eran hispanos y afroamericanos.

Como resultado cientos de estudiantes hispanos y afroamericanos serán asignados a escuelas de rendimiento más bajo el próximo año escolar, repitiendo para algunas familias el pasado de racismo y segregación del distrito.

“¿Quién se va beneficiar de todo este proceso? No serán los niños afromericanos y latinos”, dijo Debra Houston Edwards, de 77 años, quien se graduó de Washington hace más de sesenta años y comenzó a trabajar para el distrito en la década de los ochenta y fue una de las pocas administradoras afroamericanas en aquel entonces. “No hay equidad en lo que está pasando.”

Shepherd y el presidente de la junta escolar, Ralph Brandt, no respondieron a las solicitudes de comentario para esta nota. En un correo electrónico, la persona encargada de comunicaciones del distrito señaló a una página en línea sobre los cierres pero no respondió a preguntas.

La organización sin ánimo de lucro, El Southern Poverty Law Center SPLC (por sus siglas en inglés), presentó una denuncia por incumplimiento a los derechos civiles al departamento de educación, donde alegan que los cierres discriminan a los estudiantes basados en su raza y que el distrito falló en compartir información sobre los cierres con familias que tienen un dominio limitado de inglés. En una segunda denuncia, SPLC alega que los cierres son parte de una tendencia de discriminación racial generalizada, y de otros tipos , contra algunos estudiantes.

El departamento no ha anunciado una investigación a raíz de estas denuncias.

El vestíbulo de la escuela primaria Washington en Kenner, Luisiana, la tarde del domingo 23 de julio. Credit: Christiana Botic para The Hechinger Report

Mientras tanto, a los expertos les preocupa que los distritos escolares en todo el país pronto enfrenten problemas parecidos. A nivel nacional, más de un millón de alumnos no regresaron a escuelas públicas después de la pandemia. Algunos se matricularon en colegios privados, otros comenzaron a recibir educación en su hogar y otros simplemente desaparecieron, dijo Thomas S. Dee, profesor en la escuela de posgrado en educación de la Universidad Standford. Dado la  disminución de tasas de nacimiento, el departamento de educación estima que la inscripción a nivel nacional en escuelas públicas va a bajar un 5% o más para el 2031. Este es un descenso drástico después de décadas en las que la matrícula ha sido creciente.

“Va a haber un ajuste de cuentas para muchos distritos escolares que no han reconocido su nueva realidad”, agrega Dee, quien estudia el éxodo de las escuelas públicas. Él anticipa que muchos distritos se verán obligados a considerar el cierre de escuelas.

Este debate sobre el cierre de escuelas y cómo hacerlo, también es sobre para identificar cuáles cuáles estudiantes tendrán que asumir las cargas. Hasta ahora los estudiantes hispanos y afroamercanos se han visto afectados de forma desproporcionada. Investigadores académicos y defensores les preocupa que la decreciente inscripción en las escuelas públicas, y los cierres que probablemente seguirán, intensifican la desigualdad académica  en la educación pública.

“Los siguientes 10 años van a estar repletos de este tipo de historias”, dijo Douglas N. Harris, presidente del departamento de economía en la Universidad Tulane y director del Centro Nacional de Investigación sobre Acceso y Elección en Educación. Al analizar cierres de escuelas y tendencias de reestructuración en todo el país durante los últimos 30 años, Harris encontró que escuelas con altos porcentajes de estudiantes de color tenian una probablidad mas alta de cerrarr que las que tienen una mayoría de estudiantes blancos.

Harris explicó que esto a veces ocurre por desigualdades históricas, como cuando colegios donde asisten más estudiantes de color reciben menos inversión a largo plazo y terminan con resultados bajos en los exámenes y edificios deteriorados. Eso puede empeorar la baja inscripción, y al considerar el rendimiento escolar y el panorama financiero, puede hacer parecer que cerrar la escuela es una opción sensata.

Pero incluso cuando Harris y sus co-investigadores compararon escuelas con niveles de inscripción y rendimiento parecido, las de mayor cantidad de estudiantes de color y de bajos ingresos seguían siendo las más propensas a cerrar. Investigaciones previamente realizadas por el Centro de Investigación sobre Resultados en la Educación de Stanford revelaron hallazgos similares al observar que de entre las escuelas con bajo rendimiento académico, las que tienen una mayor proporción de estudiantes hispanos y afroamericanos tienen mayor probabilidad de cerrar cuando se las compara con las que tienen más alumnos blancos, aunque tengan una clasificación similar.

Ce’Vanne Ursin, de 12 años, derecha, y su hermana Canyon Sunday Ursin, de 7 años, frente a la cerrada escuela primaria Washington en Kenner, Louisiana, el domingo 23 de julio de 2023 por la noche. Credit: Christiana Botic para The Hechinger Report

Para la tía de Malaysia, Cheryl Earl, la decisión de la junta ha sido devastadora. Su hija mayor se mudó a Washington hace dos años y su hija menor comenzó el primer grado en esa escuela el año pasado. Igual que Malaysia, sus niñas prosperaron en la escuela comunitaria de 240 estudiantes.

Antes de transferirse a Washington para el cuarto grado, la niña mayor de Earl, Ce’Vanne Ursin, le había dicho a su mamá que odiaba la escuela. “No podía esperar llegar al doceavo grado para abandonar la escuela”, recordó Earl. Pero Ce’Vanne cambió de opinión en Washington. Para el quinto grado fue seleccionada para el programa de estudiantes dotados y talentosos. Al finalizar el año escolar, fue nombrada maestra de ceremonias para la graduación final, un puesto codiciado entre los estudiantes.

“Antes pensaba que era tonta, pero realmente no lo soy”, dijo Ce’Vanne, de 12 años. “Washington me hizo sentir cómoda. Me hizo sentir que todos en la escuela eran mis amigos y familiares”.

Ce’Vanne dijo sentirse afortunada de formar parte de la última generación que se graduará en Washington. Pero el cierre significa que su hermana de ocho años, Canyon Sunday, no tendrá la misma experiencia. En cambio, el distrito asignó a Canyon a cursos el segundo grado en el  mismo colegio donde Ce’Vanne tuvo malas experiencias, antes de ir a Washington. Su madre dijo que está demasiado cicatrizada  por el tiempo de Ce’Vanne en esa escuela como para enviar a su hermana menor allí, por lo cual decidió inscribir a ambas niñas en una escuela privada católica cercana.

Cheryl Earl, centro, con sus hijas Ce’Vanne Ursin, de 12 años, izquierda, y Canyon Sunday Ursin, de 8 años, afuera de la cerrada Escuela Primaria Washington en Kenner, Louisiana, el domingo 23 de julio de 2023 por la noche. Credit: Christiana Botic para The Hechinger Report

Cuando las escuelas cierran, el efecto dominó dura años, explica Molly F. Gordon, quien fue científica investigadora del Consorcio de Investigación Escolar en la Universidad de Chicago. El rendimiento académico de los estudiantes sufre, algunas familias optan por mudarse a medida que sus vecindarios se vuelven menos deseables, y como consecuencia se borran historias importantes.

Después de que Chicago cerró casi 50 escuelas públicas en el 2013, Gordon y su equipo siguieron los resultados de los estudiantes afectados. Incluso antes de que ocurrieran los cierres, durante el año que se anunciaron, la lectura y matemáticas de los estudiantes afectados sufrieron y los estudiantes quedaron retrasados por meses comparados con los estudiantes de escuelas que permanecieron abiertas.

“Los estudiantes que venían de las escuelas cerradas sentían que habían perdido algo, porque lo perdieron”, dijo Gordon, ahora científica investigadora senior en el Centro Nacional de Investigación de Opinión en la Universidad de Chicago. “Ellos estaban viviendo un duelo”.

Los cierres en Chicago tenían el objetivo de ahorrarle dinero al distrito y cerrar escuelas con bajo rendimiento, donde casi exclusivamente asistían estudiantes hispanos y afromericanos. Los funcionarios prometieron que el cambio resultaría en colocar a esos estudiantes en escuelas con mejor rendimiento académico. Una investigación del periódico The Chicago Sun Times y la estación local de radio WBEZ descubrió que una década después muchos de los beneficios anunciados con el cierre masivo, hasta la fecha, nunca se materializaron.

Los estudiantes de las escuelas cerradas no mostraron mejor rendimiento académico que los alumnos de escuelas parecidas que permanecieron abiertas, y su índice de graduación era ligeramente más bajo que el de estudiantes de las escuelas comparadas, por debajo del promedio del distrito escolar. Y, a pesar de que el cambio recortó costos, los ahorros probablemente fueron mucho menores de lo que originalmente habían calculado los funcionarios. 

La pregunta que permanece es una que le plantean frecuentemente a Marguerite Roza, directora del Edunomics Lab en la Universidad de Georgetown: ¿Con pocos recursos y la disminución cifras de inscripción, que deben hacer los distritos escolares?

Canyon Sunday Ursin, de 8 años, en la cerca fuera de la cerrada escuela primaria Washington en Kenner, Louisiana, el domingo 23 de julio de 2023 por la noche. Credit: Christiana Botic para The Hechinger Report

Roza enfatiza dos factores esenciales para limitar la interrupción: planear con anticipación y darle prioridad al rendimiento. Esencialmente, al cerrar escuelas se debe beneficiar a todos los estudiantes del distrito; y liberar recursos para usarlos en personal y programas. Pero para asegurarse de eso, los distritos deben prestar atención especial a los estudiantes a los que reubican, cambiándolos a escuelas de mejor rendimiento y siendo transparentes al explicarle a las familias el razonamiento tras el cambio.

Pero en Jefferson Parish, los datos estatales del rendimiento muestran que este no ha sido el caso. Mientras los estudiantes de primaria serán incorporados a escuelas de alta clasificación, los de secundaria enfrentan una realidad distinta. El nuevo plan cerrará las escuelas secundarias que ocupaban el segundo y tercer lugar de rendimiento en el distrito -un paso que “desafía la lógica” dijo Roza. .

Una de esas escuelas es la secundaria Grace King, donde los dos nietos de Lillie Magee, residente por largo tiempo de Jefferson Parish, completaron el décimo y undécimo grado en mayo. La escuela estaba compuesta en su mayoría por estudiantes hispanos y afroamericanos, como los nietos de Magee, y todos parecían llevarse bien, dijo ella.

Magee siente que sus nietos, a quienes cuidaba, estaban seguros dentro de las paredes de la escuela. Ella conocía a sus profesores y entrenadores y había asistido a juegos de fútbol americano, llena de pasión y orgullo escolar. Ahora, ella se preocupa de que al reasignar a muchos estudiantes de Grace King a su antigua escuela secundaria rival resulte en violencia y peleas. Sus chicos han perdido la escuela que conocían, y ella ha perdido la comunidad en la que confiaba para mantenerlos a salvo.

“La forma en que nos trataron, fue simplemente muy injusta”, dijo Magee. La escuela a la que asistirá su nieto mayor el próximo año está clasificada como la segunda peor del distrito en términos de rendimiento.

Mientras tanto, en la primaria Washington, los edificios están oscuros y vacíos, el césped exterior está descuidado y lleno de basura. Un mes después del cierre, un incendio arrasó el edificio que albergaba el gimnasio y la cafetería, dejando escombros esparcidos sobre las largas mesas donde los maestros habían organizado un desayuno de graduación semanas antes. Ahora, las ventanas siguen cubiertas con madera y las puertas exteriores están cerradas con llave.

El momento del incendio, que la policía dijo que parecía haberse originado como un incendio eléctrico, dejó a muchos miembros de la comunidad con sospechas. El distrito ahora planea vender el terreno, permitiendo que el futuro comprador restaure o derribe la escuela.

Debra Houston Edwards, la anterior administradora del distrito, espera que al menos los edificios puedan ser salvados, dado su importancia histórica y para que puedan seguir sirviendo como centro para la comunidad.

A principios de la década de 1930, el abuelo de Edwards y otros cinco hombres del condado que vivían en la ribera Este del río Mississippi pidieron a la junta escolar que abriera una escuela secundaria para estudiantes afroamericanos en la zona. Pero la junta les dijo que era su responsabilidad: tendrían que comprar el terreno y cubrir parte de los costos de construcción. En respuesta, la comunidad recaudó fondos de puerta en puerta. En 1936, se convirtió en la primera escuela en la ribera este donde los niños afroamericanos podían recibir una educación superior al octavo grado.

“Nadie más tuvo que hacerlo excepto nosotros”, dijo Edwards, quien ha conservado la historia de la escuela en recortes de periódico antiguos y fotografías que se desvanecen. “Y aquí estamos de nuevo, pasando por el mismo proceso”.

A principios del mes pasado, Edwards y un grupo de miembros de la comunidad ofrecieron comprar la escuela por un dólar, esencialmente solicitando a la junta escolar donara el terreno, un sitio “por el que nuestros antepasados ya han pagado”, escribió el grupo en una carta a Brandt, el presidente de la junta.

Pero el grupo dijo que no ha recibido una respuesta formal. En una declaración a los medios de comunicación locales  Brandt dijo que la junta está “legalmente obligada a buscar el valor justo de mercado” por cualquier propiedad que tenga la intención de vender.

Angie Robertson afuera de la cerrada escuela primaria Washington en Kenner, Louisiana, el viernes 28 de julio de 2023 por la tarde. Credit: Christiana Botic para The Hechinger Report

Cuando Malaysia se imagina el nuevo año escolar ella dice que siente esperanza. Varios de sus profesores se van a mudar con ella al nuevo colegio y ella espera que varios de sus compañeros de clase la acompañen en el nuevo edificio desconocido.

Pero para su abuela, Angie Robertson, es un mundo diferente – un vecindario en el cual no viven y una comunidad a la cual no pertenecen.

“Tenía profesores allá,” en Washington, “que era como parte de la familia”, dijo Robertson, quien también va a enseñar en el programa de aprendizaje temprano del Head Strart de la escuela. “Para mí, yo siento que ese era el hogar fuera del hogar de los niños”.

Ahora, ese hogar ha desaparecido.

Este artículo acerca del cierre de escuelas en Louisiana fue producido por The Hechinger Report, una organización de noticias independiente sin fines de lucro enfocada en la desigualdad y la innovación en la educación. Lea sus otros artículos en español.

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