Estudiantes con discapacidades a menudo son excluidos de populares programas de ‘lenguaje dual’

Este artículo fue traducido por César Segovia.

BOSTON, Mass.– Después de que el hijo de María Mejía fuera diagnosticado con un trastorno del espectro autista en el preescolar, el tema de a cuál kínder debería ir se centró completamente en sus necesidades de educación especial.

Mejía y su esposo, inmigrantes hispanohablantes de la República Dominicana, supieron más tarde que Joangel, quien ahora tiene 7 años, habría sido un candidato ideal para una de las cuatro escuelas primarias de Boston que enseñan a los estudiantes tanto en inglés como en español, el idioma materno de Joangel. Los expertos dicen que tales programas ofrecen a los estudiantes de inglés la mejor oportunidad de éxito académico y las Escuelas Públicas de Boston (BPS, por sus siglas en inglés) se han comprometido a comenzar unas docenas más.

Pero los niños como Joangel a menudo quedan fuera. Sus familias, sin saberlo, se ven obligadas a participar en programas de educación especial únicamente en inglés para recibir servicios de sus programas de educación individualizados (IEP, por sus siglas en inglés) que ayuden a satisfacer sus necesidades de aprendizaje. Mejía dijo que se sorprendió cuando supo que había una alternativa.

“No me dijeron que era una escuela bilingüe”, dijo Mejía, “simplemente una escuela que aceptaron a un niño que tiene IEP”.

Los datos de inscripción del distrito, obtenidos por The Hechinger Report a través de una solicitud de registros públicos, muestran que los estudiantes con discapacidades —que representan el 22 por ciento de la población — están claramente subrepresentados en los siete programas de lenguaje dual del distrito. Representan entre el 8 y el 14 por ciento de la inscripción en los cinco programas de español e inglés. Ninguno está inscrito en el programa vietnamita-inglés de dos años en la Escuela Primaria Mather. Y en el programa de creole haitiano-inglés, hay tan pocos estudiantes con discapacidades inscritos que el distrito no puede revelar el total sin poner en riesgo la privacidad de los estudiantes.

Los expertos y defensores dicen que las disparidades se deben en parte a un problema de personal — simplemente no hay suficientes maestros de educación especial bilingüe — pero también son el resultado de una discriminación abierta y de conceptos culturales erróneos sobre si los estudiantes con discapacidades pueden manejar la educación bilingüe. El distrito se ha comprometido a agregar 25 programas bilingües más en los próximos dos años. Pero tanto los defensores como los funcionarios estatales cuestionan si BPS puede avanzar tan rápido, y las primeras señales sugieren que el distrito puede tener dificultades para incluir a los estudiantes con discapacidades a medida que abre nuevos programas: el programa bilingüe en la escuela Mather, ahora en su segundo año, solo estará listo para atender a estudiantes con discapacidades en su cuarto año, según el director.

BPS juega un papel importante en la determinación de la ubicación de los estudiantes de inglés, que constituyen casi un tercio del distrito, así como de los estudiantes con discapacidades. Las familias en Boston seleccionan sus escuelas preferidas, pero si necesitan servicios de inglés o educación especial, sus inscripciones están mandados al Centro de Evaluación y Orientación para los Recién Llegados o el Departamento de Educación Especial. Asesores de lenguaje hace recomendaciones basadas en el dominio del inglés y personal del departamento de educación especial identifica escuelas específicas para niños con IEP.

El portavoz de BPS, Max Baker, dijo en un comunicado que el distrito está “dedicado a convertirse en uno totalmente inclusivo, brindando acceso completo a una serie de servicios para todos los estudiantes”, pero se negó a responder a preguntas sobre por qué los estudiantes con discapacidades están subrepresentados en los programas de lenguaje dual o qué va a hacer para cambiar eso.

Los expertos de educación especial bilingüe dicen que la subrepresentación de los estudiantes con discapacidades es más que una oportunidad perdida: es discriminación. Dicen que no hay razón para que las escuelas no puedan atender a estudiantes con discapacidades. Y la ley de igualdad de oportunidades sugiere que tienen que hacerlo.

María Serpa, una pionera en el campo y miembro de la Fuerza Especial para Aprendices de Inglés del distrito, dijo que los datos de inscripción son increíbles.

“Los niños con discapacidades necesitan educación bilingüe más que nadie”.

María Serpa, miembro de la Fuerza Especial para Aprendices de Inglés de BPS

“Los niños con discapacidades necesitan educación bilingüe más que nadie”, dijo Serpa en inglés.

BPS ha sido criticado durante mucho tiempo por reprobar a sus estudiantes con discapacidades y a aquellos que no dominan el inglés — evitando una toma de control del estado el año pasado en parte al comprometerse a mejorar los servicios para estos dos grupos. Una piedra angular de su plan es la ambiciosa expansión de los programas bilingües.

Los programas de “lenguaje dual”, cuyos se unen los aprendices de inglés y los hablantes nativos intentando dominar los dos idiomas a nivel académico, se consideran una de las únicas vías para cerrar la brecha de rendimiento entre los dos grupos. Aprendices de inglés que toman estas clases superan a sus compañeros que también están aprendiendo el inglés en las pruebas de lectura y matemáticas y a graduarse en tasas más altas.

Por qué funcionan tan bien se debe a varias razones. La investigación ha encontrado que es mejor para los niños cuyo idioma dominante es el español, por ejemplo, pasar parte del día recibiendo instrucción académica en su idioma nativo. Los investigadores y educadores también destacan los beneficios para la autoestima y la pertenencia cuando los niños que tradicionalmente se consideran deficientes debido a su origen lingüístico se convierten en “expertos” frente a sus pares. Y a medida que las familias de habla inglesa de todo el espectro socioeconómico acuden en masa a los programas de lenguaje dual, también han sido anunciados como un método de integración escolar.

Hasta ahora, BPS no ha seguido esa lógica.

Más de 14.600 estudiantes de BPS son aprendices de inglés. Uno de cada cuatro de ellos tiene una discapacidad. Sin embargo, solo el 6 por ciento de ellos asisten a una escuela bilingüe.

María Mejía recoge a Joangel, su hijo de 7 años, de su programa extraescolar. Joangel es uno de los estudiantes de BPS con necesidades especiales que quedan fuera de los programas bilingües del distrito, ya que los padres se ven obligados a inscribirlos en programas de educación especial en inglés solamente para ayudarlos a satisfacer sus necesidades de aprendizaje.  Credit: Erin Clark/Boston Globe

Dania Vázquez, directora de la Academia Margarita Muñiz, la comenzó su carrera en educación especial bilingüe en la década de 1980 justo cuando las especialidades se fusionaron en un solo campo. En su escuela, casi el 14 por ciento de los estudiantes reciben servicios de educación especial, más que en otros programas bilingües de Boston, pero todavía por debajo del promedio del distrito.

Vázquez dijo que no sabe exactamente por qué su escuela inscribe a estudiantes con discapacidades a tasas más altas, pero señaló que la escuela hace un esfuerzo coordinado para informar a todas las familias acerca de su programa.

“No estamos eligiendo estudiantes”, dijo en inglés. “Los estudiantes nos eligen a nosotros”.

En la Academia Muñiz, Vázquez contó que los co-maestros de educación especial pasan tiempo en los salones de clases apoyando a los estudiantes con discapacidades mientras estos aprenden de los maestros de las materias en español o inglés. También brindan apoyo en grupos pequeños en la “sala de recursos” de la escuela.

Históricamente, pocos aprendices de inglés con discapacidades en BPS han tenido estas oportunidades.

“No veo en ellos la urgencia de servir a estos niños”.

Suleika Soto, una madre y organizadora con la Alianza de Justicia Educativa de Boston

“No veo en ellos la urgencia de servir a estos niños”, dijo Suleika Soto, una madre en BPS y organizadora con la Alianza de Justicia Educativa de Boston. Soto trató de que su hija ingresara a una escuela bilingüe pero la niña no estaba elegida para ninguno de los dos programas que clasificó en la parte superior de su lista.

Soto se mudó a Boston desde la República Dominicana cuando tenía 7 años y tomó clases bilingües hasta que aprendió inglés con fluidez. Cuando se graduó de la escuela secundaria, el estado había prohibido la educación bilingüe para estudiantes inmigrantes.

Esa prohibición, que duró de 2002 a 2017 — cuando la legislatura estatal ofreció a los distritos una flexibilidad renovada en los programas de adquisición de inglés a través de la Ley LOOK — continúa afectando a las escuelas, tanto en desafíos de dotación de personal como en las percepciones culturales en torno a la educación bilingüe.

María Serpa dijo que tanto los administradores distritales como las familias inmigrantes deben ser educados sobre el potencial de los programas bilingües.

“BPS les ha dicho a muchas familias que lo mejor para sus hijos es aprender solo inglés”, dijo Serpa en inglés.

Hai Son, director de la Escuela Primaria Mather, lamenta la interrupción en el flujo de educadores bilingües. Toda una generación de estudiantes bilingües y jóvenes maestros que podrían haber ingresado a la educación bilingüe nunca lo hicieron.

Los estudiantes en las aulas bilingües de Mather no pueden recibir servicios de educación especial, según Son, quien dijo que su equipo ya está al límite creando un plan de estudios en idioma vietnamita. Son dijo que el distrito apresuró la apertura del programa el año pasado, lo que anuló el tiempo de planificación adecuado, obligando a que su equipo tuviera que diseñar un programa a medida que lo implementaban.

Son dijo que espera presentar un plan para atender a estudiantes con discapacidades en sus aulas bilingües el próximo año. Si se aprueba, la escuela podría comenzar a inscribir a esos estudiantes en 2024, dijo.

Sin embargo, la forma en que dotará de personal a esas aulas es una pregunta abierta.

En una amplia evaluación de 2022, el Consejo de Escuelas de Grandes Ciudades, una coalición de los 78 sistemas escolares más grandes del país, criticó a BPS por depender de maestros con múltiples certificaciones para atender a estudiantes con discapacidades y aquellos que aún están aprendiendo inglés. Si bien la licencia dual técnicamente cumple con las leyes estatales y federales, los críticos dicen que fuerza la capacidad de los maestros. En el último contrato de maestros del distrito, se hizo el compromiso de reducir la práctica.

Los expertos de educación especial bilingüe dicen que el distrito puede buscar maestros de otros países o crear canales dentro de las comunidades de inmigrantes de la ciudad.

Mientras tanto, padres, maestros y defensores comunitarios dicen que se aconseja a las familias que abandonen los programas bilingües cuando queda claro que sus hijos necesitan apoyo de educación especial, o se les dice que se inscriban en otro lugar desde el principio.

En el caso de Mejía, después de que Joangel ingresó a la primaria y comenzó a pasar la mayor parte de su tiempo en un salón de clases en el que solo se hablaba inglés, rápidamente comenzó a perder la capacidad de comunicarse con su familia en su español nativo.

“Hay padres que pagan para que sus hijos aprendan otro idioma”, dijo Mejía. Mientras tanto, ella ve cómo se desvanece la oportunidad de su hijo de ser bilingüe.

Aunque el distrito se ha comprometido a abrir más programas bilingües, muchos siguen siendo escépticos. Para cumplir con su objetivo de abrir 25 nuevos programas bilingües para el otoño de 2024, se supone que el distrito abrirá 10 el próximo año escolar, pero aún tiene que anunciar dónde se ubicarán esos programas.

Cada año de retraso significa que una nueva clase de niños de kínder se perderá la educación bilingüe, comenzando sus carreras en la escuela primaria en un entorno monolingüe. Sin más programas ni un cálculo de por qué los estudiantes con discapacidades están subrepresentados en los que existen, las familias seguirán enfrentándose a la frustración y al arrepentimiento.

Sonia Medina es madre de dos niños: Luis, de 13 años y Michael, de 15 años. Ambos tienen IEP: Luis para desorden de déficit de atención y Michael para el autismo y desorden hiperactivo y déficit de atención. Cuando Medina, una inmigrante de la República Dominicana, estaba escogiendo un kínder, quería que su hijo mayor ingresara al programa de lenguaje dual del Hurley, pero el distrito lo colocó en otra escuela sin la educación bilingüe.

Ella desearía que las cosas hubieran sido de otra manera. Ambos niños entienden bien el español, pero su hijo menor, en particular, habla con menos fluidez. En Santo Domingo, en familia, las barreras del idioma impiden que las conversaciones fluyan. Incluso cuando pueden expresar su punto de vista, Medina sabe que hablar es solo una parte de conocer un idioma.

“Una cosa es tu hablarlo”, dijo Medina. “Otra cosa escribirlo, y otra cosa es leerlo”. En ese aspecto, Medina dijo que sus hijos se han perdido. “El daño está hecho”.

Este artículo acerca de la educación especial bilingüe fue producido por The Hechinger Report, una organización de noticias independiente sin fines de lucro enfocada en la desigualdad y la innovación en la educación. Lee sus artículos en español.

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